Santiago deja por un tiempo la narrativa (cuatro novelas son mucho que contar), o podemos decir que hace un alto, y se pone a componer un poemario con la astrofísica, la mitología y la música como excusa, pero para contar lo que a él le apetece, como siempre. Nos sorprende su habilidad para hablar del sentimiento humano sin sentimentalismos. Para hablar de la Humanidad sin salir del Sistema Solar. Para trascender sin religiosidad. Una sorpresa (para algunos, lo será).
Antes de la nada fue la nada
y cuando ésta desapareció
una cabeza de alfiler la sustituyó
en un embarazo fulgurante
donde todo cupo en un parto
de fuegos artificiales que rellenó
el vacío absoluto.