King of the Bayous
Cuando se empieza a concebir un relato, casi antes que en el argumento se piensa en los personajes. Éstos han de tener un nombre para su mejor identificación y también con la esperanza de que su nombre y apellidos contengan una significación semántica. Claro es que esto no es ni cierto ni científico, pues todos conocemos a personas del mismo nombre y que son totalmente diferentes tanto en su físico como en su forma de ser.
En mi afán de resultar cotidianamente realista cuando empecé a pensar en Agradecimientos, me di cuenta de algo obvio y que siempre pasa desapercibido: en las novelas, cuentos o relatos en general nadie se llama igual, cuando en nuestras vidas cotidianas tenemos un padre que se llama igual que el abuelo o uno de sus hijos, tenemos amigos del mismo apelativo y, yo, que he sido profesor durante más de treinta años, solía tener en la clase de segundo tres Amparos, dos Begoñas, cuatro Cármenes, etc, y así en cuatro cursos diferentes.